miércoles, 1 de diciembre de 2021

FARO DE LUNA

Un sonido punteado, como de guitarra a contramano, sobrevuela las mesas. Ruido de vasos, risas calientes, sombras infinitas que cabalgan la pared.

En el fondo más mesas; otras risas, otras sombras.

Y más allá del vidrio la ciudad olvidada, por culpa de unos acordes que cortan el aliento perfumando las ganas.

El interior de este bar, con su vida en movimiento, ofrece un raro paisaje, como de oleaje lento. Soy un náufrago entre la gente, con la soledad habitada y relatos en blanco.

Me gustan esos lugares donde puedo estar sin compañía, pero rodeado. Porque dan una inquieta seguridad dentro de la cual es posible aferrarse a las maderas flotantes del pensamiento -las que salvan luego del naufragio-.

He naufragado, sí. Confié al elegir uno de los rumbos de la Rosa de los Vientos; pero me llevé por delante un tornado. A esta isla superpoblada de habitantes de la noche vine a derramar relatos sobre el papel; en esta mesa, en este bar, al tope del mundo según el ángulo desde el que se mire.

¿Es esa luna

la que apresa mi mente?

¿O un viejo amor?

 

El reino vacío de la ventana muestra también un suave oleaje de brisa en los papeles -abandonados de la calle-.

No describo lo que veo cuando relato, las cosas me describen a mí. Cuando entré al bar olvidé la grata sombra de ese callejón con aroma a fresias; al ángel audaz de los faroles a contratiempo de la noche; a la taciturna boca del subte, alejada de los anhelos y las fatigas del día. Bebo, y al beber, dejo a los espectros malos ahogándose en el vaso.

Existen mil naufragios en la noche, no sólo el del último navegante aferrado a su madera. También el del que regresa y al ver todo cambiado se entrega a la marea de rumbos trazados en la vereda; el de quien confunde la ausencia con la muerte y busca entre sueños el faro que lo salve; el del que abandonado se encierra en su habitación.

Mil. Y el mío.

Una noche muy antigua mi memoria había quedado enredada en los aromos, junto a una luna craquelada por las ramas. Ahora otra luna, la que brilla en los adoquines, me rescata con un susurro... ¡dale che!

El futuro es una nostalgia anticipada, no sé qué vendrá, pero no importa, estoy vivo.

 

Exactamente medianoche, Memphis la Blusera