NOTA: LA PROTAGONISTA DE ESTA HISTORIA FUE LA RECEPTORA DE LA PROSA “POBLAME” PUBLICADA ANTERIORMENTE. AMBOS ESCRITOS FORMAN PARTE DE UNO SOLO, PERO LOS PRESENTO POR SEPARADO PORQUE JUNTOS HUBIERA RESULTADO UN TEXTO MUY EXTENSO.
1
Esa noche el salón de fiestas estaba repleto de gente joven. Yo, con cincuenta y dos años, me sentía desubicado y con el eco de un ánimo espantoso. En un momento determinado cuando ya pensaba en retirarme, se me acerca una chica que me dice:
-¿Te molestaría charlar con alguien de mi edad?
-¿Por qué conmigo? acá la mayoría es gente de tu edad.
-Sí, pero los de mi edad me aburren.
Luego, habiéndola conocido bastante bien, supe que no era de burlarse de los demás, pero confieso que en ese momento evalué la posibilidad.
Grata charla, claras palabras despabilando futuros, intercambio de celulares y fin de la velada.
2
-Poema súper dulce, pero atrevido-, me dijo al siguiente encuentro en referencia a la prosa Poblame que, sobre la mesa del bar, le ofrecí.
Era dueña de una ternura que me obligaba al cuidado máximo de cómo expresarme para llegar a su sensibilidad. Y para nada provocadora, su acercamiento había sido natural, casi infantil.
Tenía veintiocho años. Estatura media, pelo con ondas y amarronado brillante, sonrisa de conejito, ojos de color castaño y un cuerpo perfecto, de esos que cualquier ropa le queda bien.
En un relato prolijo y detallado como el que creo estar logrando, todo parece redondo y mágico, casi de novela. Pero no fue así.
Durante el corto tiempo de la relación hubo desencuentros poco entendibles, malos humores, dudas, replanteos, abandonos espontáneos de la cita, llegué a sospechar que había otro hombre. Nada que ver, ella era honesta al extremo; lentamente la realidad me fue llevando al núcleo del problema: sus padres.
3
En la sucesión de días consiguió modificar el mal ánimo que yo arrastraba, realmente su transparencia como mujer y su cuerpo dibujado no tuvieron mucho trabajo para lograrlo.
Nos ayudamos mutuamente ya que vivía en un entorno opresivo, su alma estaba realmente atormentada. Creo que supe extraer de ella valores que empujaban por salir y no salían del todo -ni hablar de lo que significó para mí, cuando la única compañía que tenía era mi propia sombra-. Su naturalidad, esa manera de asegurarme que estaba muy cómoda conmigo a pesar de ser hombre maduro, me obligaba aún más a ser respetuoso con ella.
Pasados algunos días me contó que releía seguido la prosa que le entregué. Con cierto rubor bajó la mirada y me dijo:
-Siento que me pasan cosas con vos.
4
Ella era un fruto de cáscara dura e interior blando. Por fuera una profesora formal y rígida, distante de sus alumnos y preocupada al extremo por realizar de la mejor manera su profesión. Pero con un interior sustancioso que comenzaba a sentir atracción por juegos más sensuales.
Lo concreto es que no tardó en romper la cáscara para mostrar su interior, es más, lo necesitaba claramente. Y así sobrevino una corta época de momentos dulces; muy dulces y eróticos.
Sin embargo, no tardó en cruzar por su mente la sombra del mandato paterno; ella no debía gozar, tenía que rendir atención eterna a sus padres. Y en una noche irracional, luego de algunos meses de pasión, experimenté personalmente su desolación; y todo lo vivido se esfumó.
5
¿Qué más contar si el final fue tan abrupto como incoherente?
Alcanza con decir que triunfó sobre su espíritu el paquete de mensajes que sus padres habían instalado en su mente, no tenía derecho a la felicidad fuera de su hogar. Sus encuentros conmigo fueron clandestinos, pude ver desde un comienzo la angustia que cargaba, pero creí ingenuamente que lo construido alcanzaba para liberarla de toda esa basura mental que le habían metido. No alcanzó.
Dos años después la casualidad hizo que se comunicara conmigo una conocida en común, le pregunté por ella: lo que me contó fue dramático, estaba más hundida que nunca en su angustia, totalmente absorbida como persona.
Decidí escribirle, lo hice, me respondió… ya no era la misma, le habían anulado su esencia de mujer. Sólo pudo decirme en relación a lo nuestro “siempre rezo por vos”…
¡Pensar que fui testigo de lo bella que era desde su sensibilidad femenina cuando daba rienda suelta al erotismo! Creí que en su relación conmigo había despertado como mujer para siempre, me equivoqué, hay fuerzas más poderosas que el amor.
Su punto más alto en lo sensual lo ofreció una noche en la que le hice escuchar un tema muy caliente, con toda la intención, más bien. A poco de sonar se levantó, quebró la cintura, me miró fijo y deslizando con elegancia sus manos por esas líneas carnales que la naturaleza había convertido en obra de arte, me dijo:
-¡Esto me va!
Cada tanto pongo ese tema y derramo alguna lágrima invisible por lo que no pude modificar.
...
“Streap tease”
La banda Stukas en Vuelo